El
crecimiento del fenómeno del tatuaje ha sido de magnitudes abismales, así pues,
mientras en 1990 se tatuaba una persona, para el año 2008 se estaban tatuando
5, datos que expresan un crecimiento del 500% en la industria del tatuaje. Por
otro lado es curioso el gran margen de edades que existe entre la población de
personas que deciden marcar sus cuerpos. Las estadísticas indican que la mayor
población que se tatúa está entre los 14 y 64 años, es decir no se encuentra
focalizado en un selecto grupo de la población sino que logran extenderse
transversalmente a través de toda ella.
Es
innegable la relación y coexistencia actual que se da entre la cultura de la
ciudad y las manifestaciones artísticas de la misma. Para intentar explicar
esta situación que se ha estado presentado Omar Rincón propone el término de la
cultura visual, donde “Todo está para ser visto, hasta los
cuerpos. Nos encontramos en una cultura en que la imagen se proyecta como
protagonista central de la cotidianeidad”.[1]
Como lo dicta el adagio popular “una imagen vale más que mil palabras” esto
es lo que está sucediendo con los tatuajes están logrando comunicar pensamientos
e ideas individuales llevándolos a una puesta en común, la sociedad.
Foto:710 Guns |
Intentando
explicar la masificación del tatuaje Martín Barbero propone el descentramiento
de las fuentes de producción de la cultura, la fragmentación de las
comunidades; la sustitución de las formas de vida de la tradición por las
generadas por el consumo y la secularización e internacionalización de los
mundos simbólicos. Factores que darían cuenta de la transformación y adaptación
de la cultura en nuestra sociedad.
Pero
realmente ¿Que es la Cultura? Gilberto Giménez, entiende la cultura como “la organización social del sentido,
interiorizado de modo relativamente estable por los sujetos en forma de
esquemas o de representaciones compartidas, y objetivado en “formas simbólicas”,
todo ello en contextos históricamente específicos y socialmente estructurados”.[2]
Considerado esto, Giménez señala dos tipos de atributos caracterológicos que
debe poseer la cultura: los primeros de pertenencia
social, que identifican al individuo en categorías o grupos; y los segundos
de índole particularizante, que lo
hacen individualmente único.
Foto: 710 Guns |
El
tratamiento que se le dé al cuerpo seria pues una categoría particular de la
cultura humana, porque cada persona decide qué hacer con su organismo. Anthony
Giddens, define que los aspectos del cuerpo se relacionan directamente con la
identidad: la apariencia, la manera de actuar, la sensualidad, y los regímenes
a los que está sujeto el cuerpo. Concepción que ha llegado a puntos en los que “La
apariencia se convierte en el elemento fundamental del proyecto reflejo del yo”
Cambiando
de tema, es importante considerar el
carácter irreversible del tatuaje, pues
como lo explica Rossana Reguillo “los jóvenes saben que la sociedad no reserva
lugar para ellos”, dejan como único espacio de veracidad al “ahora”.[3]
Intentando calificar lo expuesto por Reguillo se expone a continuación un
ejemplo de un joven que comenta: “Toda mi
generación está tatuada, a nadie le va a importar cuando seamos grandes que
tengamos tatuajes.” En otras palabras Rossana Reguillo, pretende mostrar que los jóvenes no están
pensando a fututo sino que solo están actuando y pensando para vivir el
presente.
Para
algunos sociólogos esta situación resulta “delicada”. Pues parten de la idea
que anteriormente los individuos construían una identidad alrededor de un
mercado de trabajo y de campos que generaban horizontes de vida... “lo delicado
del asunto” reside en lo dificultoso que se ha convertido la búsqueda de
identidad, por factores como la globalización y la crisis económica mundial,
entonces este es el punto donde aparece el
tatuaje, intentando reforzar esa búsqueda de la identidad de cada
sujeto.
Esta
búsqueda de identidad está llevando al ser humano a dar vueltas sobre el mismo
eje, pues como lo explico Mike Ness, músico de la banda Social Distortion: “Ya no hay rebelión en tener un tatuaje”.
Ahora pintar el cuerpo solo se limita a seguir estereotipos y modas. Respecto a
lo anterior Giddens escribió: “Somos
responsables del diseño de nuestros propios cuerpos, y en cierto sentido, nos
vemos forzados a serlo cuanto más postradicionales sean los ámbitos sociales en
los que nos movamos”.[4]
Foto: 710 Guns |
Moda,
rebeldía, arte, pasión o sea cual sea el calificativo con el que se pretenda
designar el tatuaje, es innegable que el arte no se limita a pintar un papel, el
cuerpo puede ser una buena tela. La piel es un lienzo. Y para quienes así la
consideran, el interés reside en la belleza de las formas, los colores y los
diseños que se pueden aplicar
García
Canclini explcia estos eventos por medio de las “Culturas Híbridas”, las cuales hacen alusión a una época en la
cual el arte ya no se encuentra sólo coleccionada en los museos u otros sitios
destinados a ese fin , sino donde podemos verla en las calle estampada en la
piel de las personas.
La
práctica del tatuaje se apoya sobre dos ejes: la identidad y el procesamiento
de distintos duelos que se atraviesan a lo largo de la vida. Castrillón
Simmonds y Velasco Cajiao escriben: “El
joven, al descubrir su propia valoración como persona humana, puede presentar,
al tratar de afirmar su yo, diferentes formas de conducta entre las cuales la
más importante es la rebeldía, que no es sino el afán de integrarse al mundo
social de los adultos; por eso, una de las notas características de la
adolescencia es indudablemente su tendencia a presentar conductas de oposición,
frente a los valores tradicionales, sociales o familiares”.[5]
La
socióloga Alcira Argumedo plantea una interpretación sobre los ejes en lo que
gira el tatuaje: “Que los tatuajes sean
una moda entre los jóvenes tiene que ver con la pertenencia. Esta tendencia
viene a suplir la carencia de proyectos colectivos que los inserte en la
sociedad”.[6]
Pero un tatuaje se halla además, dentro de las referencias identificadoras
que simbolizan la pertenencia a cierto fragmento de la sociedad, con sus
propias motivaciones, gustos y creencias; que desarrollan un factor
diferenciador entre unas personas y otras.
Para
concluir es importante resaltar que existen infinitos repertorios culturales,
entre los cuales encontramos la práctica de los tatuajes con su infinidad de
interpretaciones. El individuo que lo elige, se apropia de una costumbre
popular pero le da su significado personal. Pertenece al “grupo de los
tatuados” pero con su propio y único tatuaje.
[3] Reguillo,
Rossana entrevistada por Analía Roffo. “En América Latina los jóvenes están
viviendo en guetos”. [En línea]. Disponible en: http://www.propuestaeducativa.flacso.org.ar/archivos/entrevistas/28.pdf
[5] Castrillón
Simmonds, Eulalia y Velasco Cajiao, Olga. “El análisis de la percepción del
cuerpo por los adolescentes en el mundo actual”. Facultad de Ciencias Naturales
Exactas y de la Educación de la Universidad de Cauca, Colombia. 1999.
[6] Argumedo,
Alcira, citado por Ulises Rodriguez. “Tatuajes: la moda que quedará para toda
la vida en la piel”.
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